viernes, 31 de enero de 2014

Lo que nadie me contó sobre el embarazo

Hay cosas que todos sabemos acerca del embarazo. Son, por así decirlo, vox populi: que si sueles tener náuseas y/o mareos en el primer trimestre, que si en el segundo te entra acidez, que si te pueden salir estrías como no te hidrates la barriga... todo eso, al menos, yo ya lo había oído. Pero, curiosamente, hay varias cosas que también son frecuentes cuando te quedas embarazada y sin embargo nadie me había hablado nunca de ellas, hasta que las he experimentado en mis propias carnes.
¿Sabíais que...?

-El síntoma más común de embarazo en el primer trimestre en mi caso no fueron las náuseas, sino morirme de sueño. Y al parecer es algo que le pasa a todo el mundo. Aunque tú te pases el día sentada, no hagas deporte y no tengas un trabajo especialmente pesado, el cuerpo se cansa mucho con eso de fabricar un bebé y tú lo notas. ¿Resultado? En el primer trimestre me iba cayendo de sueño por las esquinas, estaba cansada todo el tiempo y dormía (y sigo durmiendo) una media de diez horas diarias. Ahora que estoy de veintitrés semanas ya no noto tanto el cansancio, pero aún así me entra sueño muy pronto y necesito dormir mucho.

-Todo el mundo cree que a las embarazadas les dan ataques de hambre y antojos extraños... bueno, pues en mi caso (y en otros muchos casos) es a la inversa: he perdido bastante apetito y he aborrecido cosas que antes me encantaban. Y la cosa fue aún más sonada en el primer trimestre. No he tenido prácticamente ningún antojo (a excepción de un día que me volví loca por comer Cheetos y acabé con seis bolsitas pequeñas yo solita), pero sí he aborrecido alimentos como los plátanos y el maíz dulce, que me encantaban. Otra cosa que no puedo soportar son los alimentos fritos y grasientos: cualquier cosa que esté frita, rebozada, aceitosa, gratinada con mucho queso... me provoca náuseas inmediatas. El olor a frito ya me revuelve el estómago, la mera visión de una croqueta, un calamar a la romana o un rebozado me hace girar la cara con asco, y las dos únicas vomitonas que he tenido hasta ahora fueron por comer una ración de pescaditos rebozados y por comer un bocadillo que contenía pimiento frito, respectivamente. Eso, sumado al punto de la pérdida de apetito, nos lleva a...

-En los primeros meses de embarazo, es igual de común perder peso que ganarlo. Pues sí, porque yo, amable lector, perdí dos kilos durante el primer trimestre. Es cierto que, según dicen, lo normal es ganar un kilo por mes cuando te quedas embarazada, pero lo que nadie te cuenta es que esa suma se hace al final, y no va creciendo aritmética sino exponencialmente. Vamos, que es fácil que en los primeros tres o cuatro meses no ganes ni un gramo, o incluso pierdas peso. ¿Por qué? Por dos motivos: primero, si se te va el apetito o vomitas mucho lógicamente adelgazas. Segundo, esos kilos que ganas durante el embarazo (de nueve a doce es lo normal) no son tuyos, sino del bebé y los accesorios (placenta, líquido amniótico, crecimiento de los pechos y el útero, retención de líquido, aumento del volúmen sanguíneo...), y lo normal es que el subidón de kilos ocurra a partir del segundo trimestre y sobre todo en el tecero.

-Y hablando de subidones, lo que yo he tenido ha sido un subidón de autoestima. Pues sí, porque he podido constatar que el embarazo muchas veces aumenta la belleza femenina. El pelo luce más brillante, la piel tiene mejor aspecto (ahí tengo yo la suerte de que no me han salido manchas ni granitos, algo que sí le ocurre a otras embarazadas, sobre todo en verano cuando hace calor y pega más el sol), y encima (redoble de tambores, por favor), ¡¡es el único momento de nuestra vida en el que las mujeres podemos PRESUMIR DE BARRIGA!! Sí, señores, se acabó la tiranía del vientre plano. ¡¡Arriba las curvas!! Lo mejor es cuando eras ya delgada de antes o cuando, como en mi caso, pierdes peso en el primer trimestre y se te estiliza la figura. Entonces adoptas lo que yo llamo la silueta de la boa constrictor, que básicamente es tener cara, piernas, brazos y trasero aceptables o incluso esbeltos, y la barriga y los pechotes bien hermosos. En lugar de optar por prendas tipo mesa-camilla, lo que mola llegados a este punto es ponerte unos tejanos o unas mallas de premamá, una camiseta o un jersey ceñido, ¡y a presumir de tripita! Lo dicho, subidón de autoestima :-D

-Ocurre un fenómeno muy curioso con las embrazadas, sobre todo si son guapas: si habitualmente despiertan la admiración del sexo masculino y el recelo del femenino, de repente ocurre a la inversa. Los hombres (salvo los que te conocen, obviamente) empiezan a mirar a través de ti como si no existieras, mientras que todas las mujeres son súper amigables y te aceptan con una sonrisa y una actitud de complicidad. Supongo que a este fenómeno se le puede encontrar una explicación evolutiva, aunque sea inconsciente: los machos no te ven como hembra deseable y fertilizable porque saben que estás preñada de otro macho, y las hembras no te perciben como un peligro o una competencia para sus parejas o ligues potenciales por ese mismo motivo. Además, también cuenta la solidaridad femenina que nos sale a todas cuando vemos a una de nuestras "hermanas" esperando un bebé; una solidaridad que a los tíos les trae más al pairo, quizás porque no tienen tanto instinto maternal.

-Lo de los cambios de humor y la sensibilidad a flor de piel lo sabemos todos, pero, ¿a que no sabíais que otra de las consecuencias del baile hormonal es tener sueños extraños? Y mira que yo de normal tengo sueños rarísimos y suelo acordarme de la mayoría de ellos, pero ahora el fenómeno se ha intensificado: sueño más, las emociones durante los sueños son mucho más intensas (mis pesadillas acojonan MUCHO), las imágenes y colores son más vívidos, y los sueños se recuerdan mucho mejor y con más frecuencia. Esto, por supuesto, tiene una doble consecuencia: si sueñas algo bonito te despiertas de un humor excelente, pero como tengas un sueño chungo, sigues rayada durante el resto del día.


Y, de momento, estas son todas las cosas "raras" que se me ocurren. Ya actualizaré la entrada si caigo en alguna más. Algo que me encantaría, si alguna mamá o algún papá lee este blog, sería que compartiera e los comentarios sus propias experiencias inusuales del embarazo. También los chicos, que seguro que eso de ser papás, o futuros papás, os cambia la perspectiva de las cosas ;-)

martes, 28 de enero de 2014

10 Cosas que NO deberías decirle a una mujer embarazada


A las embarazadas, muchas veces, nos felicitan con una sonrisa en la cara pero por dentro nos envidian, nos desprecian o nos tienen pena. Es un hecho. Porque si no, no me explico la cantidad de veces que tenemos que oírnos estos comentarios, que destilan la suficiente mala leche como para que sean malintencionados. Es curiosa (y preocupante) la cantidad de gente a la que le encanta llamarte gorda, te da consejos que no has pedido o te cuenta historias para no dormir. Y yo me pregunto, ¿por qué lo hacen? ¿Les parece divertido o algo así? ¿Por qué no miden sus palabras antes de soltarlas, como suelen hacer las personas educadas y civilizadas en las conversaciones cordiales?
Sea como sea, aquí vienen las mejores (o peores, según se mire) perlas que nos toca oír. La mayoría me las han soltado a mí en persona, otras se las han tenido que comer amigas mías que están embarazadas o lo han estado recientemente. Queridos lectores, os lo suplico: si conocéis a alguna mujer embarazada, no le digáis estas cosas, a no ser que sea vuestra peor enemiga, la fresca que os ha levantado al novio, o la niña mala y repipi que os tiraba de las trenzas en el colegio.


1)  Ah, ¿estás embarazada? Pues no te lo había notado. Al parecer, crees que esta tripaza yo la he tenido siempre, ¿no?Una manera muy sutil de llamarme gorda.

2) ¡Uy, qué gorda estás! ¿No serán gemelos? Una manera mucho menos sutil y mucho más insultante de llamarme gorda.

3) Uf, pues aún te queda lo peor... Gracias por los ánimos, chata.

4) Mi prima tuvo un desprendimiento de placenta en medio del parto y tuvieron que hacerle una cesárea de urgencia sin anestesia y casi se muere. Me alegra mucho saberlo; a las embarazadas nos encanta oír historias de terror acerca de partos sangrientos y difíciles con madres muertas y niños nacidos con problemas, es justo lo que necesitamos para vivir nuestra gestación felices y tranquilas.

5) Aprovecha para dormir ahora que puedes, que se te acaba lo bueno. De nuevo... gracias por los ánimos, chata.

6) Pues si yo pudiera retroceder en el tiempo, no tendría hijos. ¡Son unos desagradecidos! ¡Que dejéis ya de darme tantos ánimos, joder! Bastante vértigo da esto de convertirse en madre para que encima nos estéis comiendo la cabeza sobre lo bien que estamos ahora y lo agobiadas que estaremos después. Ya sabemos que criar a un niño no va a ser tarea fácil; por eso precisamente lo que necesitamos oír es lo bueno del asunto, que con lo malo que podría pasar ya nos comemos lo suficiente la cabeza.

7) ¿Sabes que se ha terminado tu vida sexual, no? Además los hijos ya no te dejan tener vida de pareja. No sé qué tiene más este comentario: envidia o mala hostia. Al margen de que supongo que dependerá de cómo te lo montes para compatibilizar las facetas de madre y esposa; vamos, digo yo.

8)  ¿Y para cuándo el hermanito? ¡Déjame tener a éste primero, so agobiante, y ya veremos después si hay hermanos, no los hay, y en caso de haberlos cuántos y cuándo los hay!

9) A mi amiga le salieron estrías y se le quedaron los pechos caídos. Gracias por los ánimos, zorra. ¿Cuántas veces lo he dicho ya?

10) Supongo que vas a darle el pecho, ¿no? Porque el biberón es malísimo y bla, bla, bla. No necesito que la Liga de la Leche me dé un discurso sobre la lactancia materna. Si estoy a favor, vas a predicar a conversos. Si no lo estoy, vas a meterte donde no te llaman. Absteneros de dar consejos si no os los piden.

domingo, 26 de enero de 2014

Presentación y vida de mi garbanzo :-)


¡Hola, soy Estelwen Ancálimë! Tal vez me recuerden de blogs como La Luz de Valinor (también conocido como "¡wee, una nueva crítica de Juego de Tronos!", "meh, otra crítica literaria", o "esta tía no se calla sus opiniones políticamente incorrectas ni debajo del agua". Por supuesto, si no lo conocéis aún, estáis invitados a pasaros por allí y uniros a mi ferviente ejército de enemigos seguidores, pero este blog en concreto no va de eso. No lo he creado para hablar de frikadas, ni de política, ni de cine/literatura/rol, etc. Lo he creado exclusivamente para que sea una ventanita abierta al mundo desde la que hablar de lo más importante que ha sucedido en el mundo desde que Peter Jackson decidió filmar la trilogía de El Señor de los Anillos: ¡mi próxima maternidad! :-)

Todo sucedió una sexy y alocada noche de principios de Septiembre... no, esperad, mejor nos saltamos esa parte. Vayamos directamente al día 27 de Septiembre de 2013, a las siete y pico de la mañana. Un viernes cualquiera que habría sido un día ordinario de no ser porque antes de que mi señor esposo se fuera a trabajar me hice el test de embarazo, ¡y salió positivo!
No es que fuera exactamente una sorpresa, porque estábamos buscando el embarazo, yo llevaba un retraso en la regla de una semana, y además estaba comenzando a notar los pechos extrañamente sensibles, ante lo cual mi madre ya dio el veredicto ("¡estás preñada, seguro!"), y más o menos ya nos lo esperábamos cuando me hice el test. Aún así, fue una alegría enorme.

Breve resumen de lo acontecido hasta la fecha:

-Lo primero, llamar por teléfono a mi ginecólogo (es de seguro privado), que lleva siendo el mismo desde que me vino la primera regla a los 12 años, es amigo de la familia y me conoce de toda la vida. Me dio cita para un par de semanas más tarde, lo que vendría a ser la séptima semana de embarazo. Hasta entonces, el plan era decírselo a mis padres, a mis suegros, a nuestros hermanos respectivos, y a nadie más por si acaso, pero mi adorado padre se fue de la lengua y acabó contándoselo a media Valencia.

-Primera ecografía, la de las siete semanas. ¡El embrión es viable! En el ecógrafo sólo parecía una diminuta habichuelita, casi sin forma, pero ya pudimos escuchar los latidos de su corazón. Admito que se me llenaron los ojos de lágrimas.

-Uy, pues parece que empiezo a tener náuseas... y una desconcertante falta de apetito. No pasa nada; el médico me recetó un medicamento especial y pude tener las náuseas controladas durante todo el primer trimestre.

-Me siento cansadíiiisima, y necesito dormir varias horas más que antes. Según me explicaron, eso de sentirte de repente como una seta es bastante normal en el embarazo. Pues para ser tan normal, no se lo había oído antes a nadie...

-Segunda ecografía, la de la semana 12. Todo seguía bien. Pudimos ver ya la formita de bebé del feto. Por estas fechas tocó hacerse el famoso screening del primer trimestre, que básicamente consiste en una ecografía especial y un análisis de sangre, que combinados revelan si el feto corre riesgos de presentar alguna malformación o alteración cromosómica. Afortunadamente, los análisis salieron bien :-)

-Se me fueron desarrollando manías alimentarias raras: por ejemplo, aborrecí completamente los plátanos, que siempre me han encantado, y descubrí además que el bebé es fan de la comida sana, porque también he aborrecido los fritos, los rebozados, los gratinados, y todo tipo de comida aceitosa y grasienta. Me basta ver un calamar a la romana, una croqueta o una empanadilla frita para sentir náuseas. De hecho, las dos únicas vomitonas que he tenido hasta ahora han sido por comer pescadito frito y por comer pimiento verde frito en un bocata, respectivamente (puaj, me estoy poniendo mala sólo de escribirlo). ¿Consecuencias? En cinco meses de embarazo, he engordado menos de dos kilos, y todo el mundo que me ve dice que de cara y piernas estoy más delgada ^^

-Ecografía de la semana 20. Muy importante porque sirve para analizar en profundidad los rasgos faciales y todos los órganos y descartar malformaciones y anomalías varias. Todo perfecto también. Y yo, muy feliz. Nos confirman el sexo del bebé, ¡¡es una niña!! Luego me enteré de que el muy pillín de mi ginecólogo ya había anotado "sexo femenino" en mi historial en la ecografía de la semana 12, pero no me lo quiso decir porque aún era pronto y no estaba seguro del diagnóstico.

Y de momento, eso es todo. La verdad es que hasta ahora no me puedo quejar; no tengo casi ninguna molestia, las náuseas y el sueño exagerado del primer trimestre han desaparecido, y salvo unas hemorroides algo molestas y una niña a la que le encanta patearme la vejiga y hacerme salir corriendo hacia el cuarto de baño a las cuatro de la mañana, todo va más que bien. Esperemos que siga así.
Como estoy en la semana 22, la siguiente parada es hacerme el famoso test de O'Sullivan, para controlar la glucosa y asegurarnos de que no tengo diabetes gestacional. ¡Seguiremos informando!