miércoles, 26 de febrero de 2014

No, no quiero un parto natural


Sé que voy a contracorriente de lo que se puede leer en el 99% de los blogs acerca de la maternidad, pero ahora que estoy a punto de entrar en el tercer trimestre y hay que ir preparándose para la recta final, si algo tengo claro es esto: no quiero un parto natural. Quiero que me pongan la epidural lo antes posible, que me enchufen la oxitocina que consideren necesaria y que, en caso de que haya el más mínimo peligro para mí o para mi hija, que me hagan una cesárea.
¿Y por qué quiero esto? Pues mirad, como argumentos en favor del parto natural (es decir, sin anestesia, sin oxitocina, y como te descuides y hagas caso a las más radicales, en casa y con una doula) podéis leer a cientos en otros blogs, yo quiero explicar aquí por qué no me pienso apuntar a esa moda.

1) Quiero la epidural. Resulta que yo, tan chula que se me ve aquí, tengo una tolerancia al dolor bastante baja. Con "bastante baja" quiero decir, por ejemplo, que mi cuerpo tiene un umbral del dolor tan bajo que me dan bajones de tensión y me desmayo cada vez que me tuerzo un tobillo. Todos los esguinces que me he hecho en los últimos 10 años (más de los que me gustaría) han ido seguidos de un mareo intenso y un desmayo casi instantáneo. Si por un vulgar torcedura me pasa eso, no quiero ni imaginar cómo podría reaccionar mi cuerpo cuando lleguen las contracciones en serio. Todo esto, por supuesto, al margen de que no me da la santa gana sufrir cuando existen medios para poder evitarlo. ¿Acaso cuando la gente va al dentista a sacarse una muela le dice al odontólogo "no, mira, mejor no me pongas anestesia, quiero una extracción natural"? Pues esto es exactamente lo mismo. No soy especialmente masoquista ni creo que para ser una buena madre haya que sufrir como una jabata para parir a mi bebé. Suficiente dolor hay que pasar en esta vida sin quererlo como para no ahorrarnos un poco cuando podemos evitarlo. Por algo la Reina Victoria, una de las primeras mujeres del mundo en parir con anestesia, otorgó al doctor John Snow (que en este caso sí sabía algo) el título de caballero como agradecimiento a sus servicios.

2) No me opongo a la oxitocina. Si hay algo que no me apetece demasiado, es tirarme doce, veinticuatro o incluso más horas dilatando, lo cual no siempre sucede pero entra dentro de lo posible, sobre todo en el caso de usar la epidural, que a veces puede ralentizar un poco el asunto. Evidentemente este es uno de los casos en los que yo, a diferencia de muchas señoras, me pienso fiar del criterio médico de los profesionales que me asistan. Me explico: yo, alma cándida, no he estudiado la carrera de Medicina. Las personas que van a atenderme, sí. Por eso, aunque obviamente lo ideal es que mi cuerpo dilate a su ritmo y que no haga falta ponerme un gotero de oxitocina sinténtica, si mi ginecólogo decide que el parto está yendo demasiado lento y que es necesario ponérmela, pues que me la ponga un punto. No me va a hacer mal a mí, no le va a hacer mal a mi hija, ¿por qué puñetas voy a negarme? ¿Porque me apetece dilatar durante 30 horas, ocupando tiempo y recursos médicos, cansándome yo y con la niña sin salir, porque así todo es más natural? Pues va a ser que no. Que decida mi ginecólogo, que por algo tiene un título de Medicina con especialidad en Ginecología y Obstetricia y cuarenta años de experiencia.

3) Si tienen que hacerme cesárea, que me la hagan. Vamos a hablar claro: a nadie le gusta que le abran en canal. A mí tampoco; ya he dicho que no tengo vena masoquista ni me gusta la idea de sufrir dolor, y tengo entendido que el post operatorio de la cesárea es más largo y más chungo que el del parto vaginal. Y, por supuesto, yo preferiría parir de manera normal, en plan empuja una vez más que ya se le ve la cabecita, y esas cosas. Pero voy a remitirme al punto anterior, me fío del criterio de los profesionales que van a atenderme, no de mis propias preferencias, y menos si supone un riesgo para mi salud o la de mi hija.
Tal vez aquí deba hacer un apunte: como Procurador de los Tribunales que soy, he llevado asuntos de derecho médico. Algunos de ellos han sido reclamaciones o querellas contra ginecólogos que han interpuesto mujeres durante cuyos partos, por desgracia, hubo complicaciones: sufrimiento fetal, hipoxia... y niño tonto o fallecido como resultado. La primera pregunta que los abogados, en los juicios, hacían a los testigos y a los peritos, era siempre la misma: "¿Por qué no se practicó antes la cesárea, que podría haber evitado los daños?". Y qué queréis que os diga, esas cosas como que se te quedan. Así que, si el día en que yo me ponga de parto el médico me dice que tengo cualquier complicación, o cualquier peligro, por mínimo que sea, que haga recomendable realizar una cesárea por si acaso, no voy a negarme en absoluto a que me la hagan. Porque, por mucho que yo prefiera la idea de un parto vaginal, no estoy dispuesta a permitir que mi salud o la de mi hija corran el más mínimo riesgo. Lo que quiero yo es tener una niña sana y estar sana yo también para criarla, y si para eso tengo que renunciar a un "parto natural", el parto natural se puede ir a tomar por el saco.

4) Prefiero una episiotomía a un desgarro. No me seduce la idea de que me rajen el perineo. Pero me seduce mucho menos la idea de que el perineo se me desgarre de una manera incontrolada en medio del parto. Vuelta a la eterna cuestión: el médico sabe más que yo; si el médico dice que es mejor hacer una episiotomía, que me la haga y en paz. Al menos de esa manera se controla cómo y dónde se realiza el corte, minimizando la aparición de secuelas dolorosas y molestas como la infección o la incontinencia, ya que es de lógica que el médico hace la episio en el lugar que menos va a perjudicar a la paciente.

No, no quiero un parto natural. Un parto natural es lo que tenían las mujeres en la Edad Media, que daban a luz en casa sin anestesia, sin asepsia, con sábanas blancas, agua caliente, la comadrona al lado, y una tasa de mortalidad cercana al 50%. Un parto natural es lo que tuvieron Isabel de Braganza, Mumaz Mahal, Jane Seymour, Isabel de Valois y Constanza de Portugal, todas ellas reinas que murieron por complicaciones en el parto, y que si hubieran tenido a su disposición los medios de los que yo y las demás mujeres disponemos hoy, habrían sobrevivido para cuidar a sus hijos y verlos crecer. Me hubiera gustado a mí saber lo que habrían dicho estas reinas, al igual que todas las infortunadas que corrieron su misma suerte a lo largo de la Historia, si alguien hubiera puesto a su alcance los medios de los que disponemos hoy y luego les hubiera preguntado si no preferían mejor un "parto natural".
Así que de parto natural, nada, gracias. Cuando quiera experimentar algo natural en compañía de mi hija, me la llevaré al campo a corretear entre los pinos y a beber zumos de fruta ecológica, que están muy ricos. Cuando es la salud, la vida, lo que está en juego, no quiero a mi lado a Mamá Naturaleza: a quien quiero a mi lado es al médico, a la comadrona, al anestesista, y todo ello dentro de un bonito hospital con asepsia, oxitocina, epidural, instrumental esterilizado y monitorización constante para mí y para la niña, con todos los medios a mi alcance para paliar de inmediato cualquier problema que se pueda dar.
Vida sólo tenemos una, y la salud de nuestros hijos es más importante que nuestras manías por experimentar un "parto natural no instrumentalizado". En mi caso, los experimentos, mejor con gaseosa.

4 comentarios:

  1. Lo que he dicho antes: poder elegir. De todas maneras, la cesárea tampoco es la panacea y tengo casos cercanos de mujeres que han muerto o han estado a punto por estar asistidas por incompetentes. El parto en sí conlleva un riesgo y hay que asumirlo.

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    1. Afortunadamente, morir a causa del parto es tan raro como morir por una operación de apendicitis. Y bueno, si el médico es un incompetente entonces sí que estamos jodidas; nosotras y cualquier otro paciente. Pero por fortuna los médicos realmente incompetentes rara vez ejercen durante mucho tiempo, porque alguien los acaba demandando y una de las condenas fijas es retirarles el derecho a ejercer la medicina. Por lo demás, puede que la cesárea no sea una panacea, pero salva muuuchas vidas. Piensa, si en el parto de tus conocidas la cosa estaba tan mal, ¿cómo crees que les hubiera ido si en lugar de sacar al bebé a toda prisa hubiesen tenido un parto vaginal sí o sí? ¿Tienes idea de cuántos bebés sufren hipoxia durante el parto por no hacer una cesárea a tiempo? Pues es una compliación mucho más común que estar a punto de cascar por culpa de una cesárea.

      Respecto a lo que comentas de poder elegir, como ya te comenté, es hasta cierto punto. ¿Cómo puedo yo elegir poniendo mi criterio personal por encima de un médico que ha estudiado una carrera y lleva cientos o miles de partos al año? ¿Quién sabe más, él o yo? Si no le decimos al médico cómo nos tiene que operar de apendicitis, ni al dentista cómo nos tiene que sacar una muela, ¿por qué pretender saber mejor que el ginecólogo cómo debe ser nuestro parto?
      Otra cosa es la anestesia epidural, que si no te van a hacer cesárea es opcional, pero la verdad, por mucho que pienso, no consigo encontrar ningún motivo lógico por el que una mujer quiera someterse voluntariamente a un sufrimiento que puede aliviar. A mí no me gusta sentir dolor, y menos si tengo posibilidades de evitarlo.

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  2. Yo siempre he estado a favor del parto "poco natural", por ponerle una expresión que podamos entender. Y es que eso de parir como se ha hecho toda la vida está muy bien, hasta que lees noticias de mujeres que han muerto porque han querido parir en sus casas y no les ha dado la gana de ir al médico, que es el que puede analizar sus constantes, las del bebé y ver si hay alguna dificultad. Dar a luz de manera natural se considera muy bonito, pero yo no lo haría a menos que no me quedara otro remedio.

    Además, no sé por qué hay que considerar antinatural el parto asistido en un hospital. ¿Por la anestesia? ¿Por la cesárea? Cuando mi tía dio a luz a mi primo hubo que hacerle una cesárea porque el niño venía de nalgas y ambos podían correr peligro en el momento del parto; hoy en día están los dos como rosas. Y en cuanto al dolor... es humano sentir dolor, y también es humano procurar evitarlo.

    Espero que todo vaya bien cuando te llegue el momento del parto y que tanto tú como tu niña estéis de maravilla! ^^*

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  3. Cien por cien de acuerdo. Yo soy una persona principalmente práctica y a mí los métodos naturales en este caso (y en general en todo el campo de la medicina), existiendo otras opciones, no me convencen. Que nos den toda la ayuda que la Ciencia puede ofrecer, que para eso está. Ojalá que todo vaya bien y ánimo con esa recta final.

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